lunes, 13 de diciembre de 2010

LA VEGA CENTRAL

Nos muestra un lugar popular y de esfuerzo


Entre el río y la Estación Mapocho se encuentra la vega central, que sin duda alguna este es un sector de mucha bulla por su gran abundancia de comercio de productos del campo, que surten diariamente tanto a los amplios comedores de restaurantes, como a los ciudadanos más necesitados.

La vega ha recibido distintas generaciones de santiaguinos por más de 100 años. La mayoría de la gente que se dirige a este lugar es para comprar frutas o verduras que siempre se encuentran a un precio muy conveniente por sus locatarios o a disfrutar de buenos platos de comida, principalmente son los turistas los que toman la segunda opción.

Sin duda alguna el trabajo aquí es duro: cada madrugada, a eso de las 5 de la mañana se abren las puertas del lugar, donde llegan los camiones con productos que se descargan hasta el amanecer. Luego, en sus 150 locales comienzan los remates al por mayor que, los que surten a los 800 locatarios, quienes hacen la venta al detalle para el público general. La gente que aquí trabaja es muy sacrificada y honrada, podemos ver trabajando desde niños hasta abuelitos, en la mayoría de los casos trabajan en familia. 

Además de ver locatarios y vendedores, nos podemos dar cuenta de la gran cantidad de vagabundos y alcohólicos que circulan por este lugar encontrando 
una oportunidad, un lugar de acogida o una mano amiga, que les permite subsistir.

En 1895, gracias a la iniciativa de Agustín Gómez García, se inició la construcción de la Vega Central y la ampliación de sus terrenos que, hacía 1916, ocupaban un espacio de 6.000 metros cuadrados, adquiriendo una fisonomía propia y muchas de las familas locatarias. En aquel tiempo y por un largo período que perduró hasta la década de 1970 la venta de los productos se hacía por medio de remates al mejor postor



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